Los beneficios que el consumo moderado de vino aporta a nuestro organismo y nuestra salud son por todos conocidos: sus nutrientes reducen el riesgo de enfermedades cardiovasculares, tienen propiedades antiinflamatorias, frenan el crecimiento bacteriano en la boca o reducen el riesgo de sobrepeso mientras lo saboreamos en nuestro paladar.
Sin embargo, no es la única manera en la que las propiedades naturales de la uva y de sus caldos pueden beneficiarnos, ya que también pueden hacerlo “exteriormente, cuidando nuestra piel de forma muy efectiva.
Quizás el tratamiento más extendido y uno de los mayores exponentes de esta corriente sea la vinoterapia, de la que ya os hablamos en el blog hace unos meses, y que puede encontrarse como oferta en muchas bodegas o SPA.
Pero no es el único, ya que poco a poco se va incorporando la uva y sus derivados a los tratamientos de belleza más convencionales como cremas, jabones, exfoliantes o aceites bajo la denominación de enocosmética, y empezamos a verla presente en líneas de cosméticos de primeras marcas.
Rejuvenece tu piel con tratamientos caseros
Independientemente que vayamos a centros especializados o usemos cosméticos de alta tecnología basados en la uva, podemos disfrutar de las propiedades del vino con tratamientos asequibles e incorporarlos de vez en cuando a la rutina de belleza que seguimos en nuestra casa.
Los muchos beneficios que podemos resaltar de la cosmética natural basada en la uva, sin entrar en terminología química, tienen como protagonista a los antioxidantes del vino ya que estos ayudan a mantener la piel joven eliminando células muertas, la hidratan, y contribuyen a la elasticidad y firmeza de la misma por lo que previenen la aparición de arrugas y tienen un efecto rejuvenecedor.
Todas estas propiedades hacen que el vino tinto sea el ingrediente perfecto para la elaboración de mascarillas caseras que ayudan a mantener el cutis saludable, y muy recomendable para aquellos que han superado la treintena.
¿Cómo preparar una mascarilla a base de vino?
Ingredientes:
- Vino Tinto
- Miel
La elaboración es realmente sencilla: se mezcla cuatro cucharadas de vino tinto y dos cucharadas de miel en un recipiente y se remueve hasta que se mezclen perfectamente. Se aplica sobre el rostro y cuello con un masaje circular, dejando actuar la mascarilla durante 15 o 20 minutos. Tras este tiempo, aclaramos con abundante agua tibia.
Repetir esta rutina una o dos veces por semana ayudará a tu piel y disfrutar de una manera diferente del vino.