La crianza es un proceso en la elaboración del vino cuyo objetivo es otorgar a la bebida un carácter diferente y mejorado gracias al envejecimiento.

Existen dos clases de crianza; en primer lugar, la crianza en barrica donde pequeñas cantidades de oxígeno penetran en el recipiente, alterando la estructura química del vino. Y, posteriormente, la crianza en botella de tipo reductivo donde los vinos se “redondean” al reaccionar los elementos de la bebida entre sí.

¿Qué significa redondear los vinos? Una vez hemos embotellado el producto, se empieza a estabilizar el color, se pierden las aristas más vegetales y se terminan de limar los taninos adquiridos en la crianza en la barrica de madera.

En esta fase, hay que tener en cuenta dos elementos que ayudan a preservar las cualidades del contenido: el color de la botella que evita que penetre la luz directa y el corcho, componente vital para la microoxigenación que permita evolucionar y ensamblar la parte colorante, vegetal y tánica del vino.

Por último, no olvidemos que es imprescindible mantener una temperatura y humedad en la bodega constante para que el producto envejezca en las mejores condiciones posibles.

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