Muchas veces nos hemos encontrado con vinos que tienen precipitados en su interior, los ya muy conocidos posos. A día de hoy, aún persiste la falsa idea de pensar que este vino es de mala calidad. Mucha gente con poco conocimiento sobre el tema los descalifican diciendo “este vino es pura química”.

Antes que nada, deciros que estos posos tienen un origen totalmente natural. Provienen de las sales que tiene el vino. Cuando se rompen los granos de uva para elaborarlo, se forman sales poco solubles llamadas bitartratos, que forman estructuras cristalinas y por su peso se precipitan al fondo de la copa.

Muchos elaboradores, para evitar éste fenómeno, aplican tratamientos durante el proceso como estabilizar o clarificar antes de embotellar. Cabe decir que este tipo de tratamientos se aplica a vinos más sencillos, ya que son procesos que conllevan una pérdida de cuerpo y complejidad aromática.

Así, si hemos comprado un vino y vemos que contiene posos, generalmente lo más adecuado es decantarlo, pues, aunque éstos sean naturales, casi siempre tienen un sabor ácido y no son agradables.


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